

Tras la parada habitual en estos
desplazamientos para desayunar, en esta ocasión en la inmediata cercanía del
centro urbano de Arcos de la Frontera, llegó el grupo a Setenil, donde esperaba
una guía oficial que lo llevaría por un recorrido por las tortuosas calles de
esta antigua plaza fuerte. Con viviendas hasta en cinco niveles de altura
diferentes, adaptándose a la enrevesada geografía local, Setenil ha conocido a
lo largo de la Historia diferentes ocupantes, desde romanos a musulmanes
andalusíes, siendo éstos últimos los que la fortificaron lo suficiente como
para resistir setenta años de ataques cristianos desde principios hasta finales
del siglo XV, siendo en 1484 cuando finalmente las huestes de los Reyes
Católicos lograron apoderarse de la ciudad. Más que su historia, lo más notable
de Setenil es su geografía. La ciudad es un ejemplo de la adaptación del hombre
al entorno, en particular al río Guadalporcún, que ha labrado la roca caliza
creando meandros de especial geometría, manifestada mediante las conocidas
viseras de roca maciza que se utilizan como techo de la mayoría de las
viviendas y locales comerciales del centro urbano. Son viviendas semi-trogloditas,
parte mampostería y parte roca natural, diferenciándose así de, por ejemplo,
las cuevas de Guadix. Al estar prohibido profundizar las oquedades naturales
para no crear peligro de derrumbe, estas viviendas son muy alargadas en el
mismo sentido de la calle contigua, no tienen más de cinco metros de fondo por
lo general.
Como construcciones civiles o
religiosas, la más notable es la Iglesia de la Encarnación, antigua mezquita
derruida en parte por los conquistadores cristianos que le adosaron la parte
neogótica que constituye el núcleo principal, con un simple crucero y cuyo
altar mayor está presidido por un retablo de madera obsequio de los Reyes
Católicos, un Crucificado barroco y la imagen de Ntra. Sra. de la Encarnación,
advocación que da nombre a la iglesia. Notable la Semana Santa de Setenil,
marcada por la acendrada rivalidad entre dos cofradías, la de los blancos y la
de los negros, que pugnan por superar la una a la otra, disputándose las bandas
de música (una de ellas, del Tercio Alejandro Farnesio, acuartelado en la
cercana Ronda).
Tras el mencionado recorrido, pausa
para restaurar fuerzas en un establecimiento hostelero a la salida de la ciudad
y vuelta al autocar, satisfechos por la visita a pesar de las inclemencias
meteorológicas que acompañaron al grupo durante toda la jornada.