sábado, 11 de noviembre de 2017

LOS REGULARES: UN CUERPO DE EJERCITO EJEMPLAR

El viernes diez de noviembre ha pasado por el Aula de Cultura de la Casa de Ceuta en Cádiz Don Enrique Ávila Pérez, que ha desarrollado el tema " La creación de las fuerzas regulares: la necesidad hecha virtud". El acto contó con la asistencia del coronel Caballero Echevarría, hasta hace poco comandante militar de Cádiz y director del CEFOT-Il.
Es Enrique Ávila licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, Secretario de la UNED de Ceuta y presidente de la Asociación de Amigos del Museo Específico de Regulares. También es militar retirado, ya que perteneció a las FFAA de 1972 a 2009, Suboficial Mayor en Alhucemas, Melilla y Ceuta, muy ligado a la enseñanza militar, formación de tropa y marinería, coordinador de las Jornadas de Geopolítica y Geoestratégica mantenidas entre la COMGECEU y la UNED.
Tras la presentación del conferenciante por el presidente de la Yeza, comenzó Ávila Pérez exponiendo que la historia del Cuerpo de Regulares ha sido ciertamente investigada pero que, curiosamente, se ha publicado muy poco sobre el tema. Recalcó la importancia del Cuerpo, por el que la casi totalidad de los oficiales de mayor rango del arma de Infantería han pasado durante mayor o menor espacio de tiempo, no ya solo por su gloriosa historia (es el Cuerpo más condecorado del Ejército Español), sino por su eficiencia militar.
Resaltó el conferenciante que, así como todos los imperios que en el mundo han sido han utilizado tropas extranjeras, tales tropas tenían un papel secundario o auxiliar, ya que el papel principal  lo representaban unidades de la nacionalidad base del imperio o nación en cuestión, ya desde los ejércitos macedonios de Alejandro Magno hasta los askaris encuadrados en los ejércitos coloniales franceses o ingleses. Por el contrario, las fuerzas regulares fueron concebidas por D. Dámaso Berenguer y Fusté, su fundador, como el núcleo duro o parte esencial del ejército de operaciones español de Marruecos. La razón de esta peculiaridad insólita estriba en las circunstancias históricas en las que se desarrolló la pacificación e implantación del Protectorado Español, circunstancias difíciles de un período turbulento de la historia de España que hacían muy difícil el mantenimiento de un ejército compuesto por nacionales españoles en un territorio hostil y sumamente peligroso como era Marruecos en general y el Rif en particular, donde las bajas eran el pan nuestro de cada día, desde el barranco del lobo hasta la rebelión de Abdelkrim-el-Jatabi. La creación de las fuerzas regulares fueron, sin lugar a dudas, un éxito indiscutible de Dámaso Berenguer, mejor organizador que soldado, que lucho con denuedo por sacar a flote su idea, pese a las numerosas zancadillas que sufrió en Melilla por parte de aquellos envidiosos, carentes del talento del que fue dotado el entonces teniente coronel de caballería, destinado en la Comandancia General de aquella plaza de soberanía. Se dice que un soldado regular equivalía a tres: el soldado que era, al nacional español al que sustituía, y el que tenía el enemigo de menos.
No solo combatientes en la pacificación de Marruecos, sino también en la Guerra Civil Española, se les ha denostado en ciertas esferas por luchar con saña, saquear, etc, durante ésta última, y aunque tales facetas les sean imputables, hay que decir que eran tropas cuya idiosincrasia les hacía inconcebible la rendición, que para ellos equivalía a una muerte segura : ni ellos daban cuartel ni lo esperaban del enemigo. El botín era tradición de estos guerreros natos, y desde el principio, el ejército supo respetar su religión y sus tradiciones, una razón básica de la lealtad demostrada a sus oficiales españoles, a los que se sentían muy ligados y en los que confiaban. Vivían de acuerdo a una especie de bushido, código del honor de los samurais japoneses, en versión norteafricana.
Acabada la exposición, contestó a las preguntas de los asistentes que, muy interesados por algo tan ligado a Ceuta, acogieron la intervención de Enrique Ávila con fuertes aplausos. Tras la palabras de agradecimiento de De la Yeza, éste le hizo entrega de un recuerdo de su paso por la Casa, invitándole a continuación a firmar en el libro de honor de la asociación.

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