domingo, 21 de marzo de 2010

VISITA CULTURAL A LA ANDALUCIA PROFUNDA





La penúltima actividad de este primer trimestre la ha finalizado la Casa de Ceuta en Cádiz, tras el regreso del viaje cultural que tenían programado los días 17, 18 y 19 de marzo, visitando en la Andalucía Profunda, las tres ciudades Patrimonio de la Humanidad; Úbeda y Baeza, dos ciudades hermanas, separadas por tan sólo ocho kilómetros, emplazadas en medio de la región de la Loma y rodeadas por los valles del Guadalquivir y del Guadalimar, donde en sus paisajes dominan los campos de olivos y el último día la Califal Córdoba.
Un grupo formado por casi medio centenar de socios y simpatizantes que llegaron a completar el autocar que los desplazaría y que tras recoger en varias ciudades de la bahía gaditana a otros socios, iniciaron su viaje al filo de las 7 de la mañana.
Tras el desayuno en ruta en una conocida venta de la provincia de Sevilla, se encaminaron hacia Úbeda, donde almorzaron en un céntrico hotel, iniciando a continuación la visita turística a la villa acompañados de una guía oficial por espacio de más de tres horas, visitando la Plaza de Vázquez Molina donde en sus alrededores existen los edificios más espectaculares de la ciudad, Palacio de las Cadenas, Iglesia de Santa María, Capilla del Salvador, Iglesia de San Pablo, Hospital de Santiago y numerosos palacios del casco histórico.
Tras finalizar la visita, continuaron viaje hacia Baeza donde se alojaron las dos noches. Ya en el hotel y una vez acomodados, pasaron al comedor del mismo donde dieron buena cuenta de los platos ofrecidos para posteriormente ir directamente a sus habitaciones, ya que la jornada fue maratoniana.
Muy de mañana al día siguiente, comenzaron la visita a Baeza con la misma guía que los atendió en Úbeda y al igual que sucedería el día anterior, visitaron numerosos palacios e iglesias, amén de la Catedral, el Palacio de Jabalquinto, Plaza del Populo, Ayuntamiento, la Universidad Antigua, etec… toda la mañana de calle en calle y de plaza en plaza, admirando los majestuosos edificios, palacios e iglesias que esta ciudad mantiene vivos desde hace varios siglos.
Finalizada la visita tras cuatro horas de marcha a pie, se dirigieron a un restaurante típico ubicado en los soportales de la Plaza de la Constitución donde les sirvieron un suculento almuerzo y que una vez finalizado continuaron las visitas, pero ya esta vez en autocar desplazándose hasta el museo del aceite, Museo de la Cultura del Olivo, en la Hacienda La Laguna, en el centro geográfico de la provincia de Jaén, donde siempre acompañados de una guía del museo conocieron de primera mano la elaboración primitiva del oro liquido como lo llamó Homero y sus diferentes maneras de extraer el liquido, almacenaje y preparación a través del tiempo. Hicieron su buen acopio de aceite comprándolo en el punto de venta, ya que la oportunidad era única y posiblemente no repetible.
De vuelta al hotel, preparación para la cena y de nuevo a descansar ya que el tercer y último día de visitas también seria duro en caminatas.
Otro madrugón, desayuno y salida para Córdoba, para iniciar la visita a las 11 de la mañana y donde el guía los esperaría en el Puente Romano, sobre un Guadalquivir embravecido por su caudal de agua no habitual, que hacía ver unas aguas turbulentas y de color embarrado.
Dio inicio la indicada visita en la mitad del puente comenzando las explicaciones con la creación de Córdoba y sus distintas ubicaciones en las márgenes del rio, para continuar hasta la Mezquita Catedral que se visitaría a las dos de la tarde, ya que por ser festivo había cultos entre esas horas y por tanto continuaron a pie para ver la Sinagoga, barrio de la Judería, hasta las Rutas Específicas de los Patios de Córdoba, la Córdoba Judía y Romana.
Ya pasada las tres de la tarde, el almuerzo en un restaurante ubicado en la margen izquierda del rio Guadalquivir que finalizado, iniciaron el regreso hacia Cádiz a donde llegaron sobre las 20,30 horas.
Unos días que difícilmente serán olvidados por cuantos asistieron al viaje ya que la organización fue perfecta en todas sus vertientes y no existió ninguna nota negativa que pudiera enturbiar los días que pasaron los socios de la Casa en convivencia y amistad.

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