
Como siempre, el acto comenzó con
unas palabras de bienvenida del presidente de la Yeza a los asistentes y de
agradecimiento al orador por su deferencia para con la Casa, dado el notable
esfuerzo desarrollado por el coronel para la preparación de un tema tan
complejo, siquiera sea por el amplísimo margen de tiempo abarcado, nada menos
que seis centurias, por no mencionar su apretada agenda. También como es habitual,
de la Yeza trazó una breve semblanza del conferenciante, que nació en Ceuta en
1961, donde cursó sus estudios de bachiller, ingresando en la Academia General
Militar en 1981 y alcanzando el diploma de Estado Mayor posteriormente, tanto
en España como en Italia, habiendo servido en Nápoles y en los Balcanes, además
de en otros destinos como el RAMIX-30 de la ciudad autónoma.

Comenzó su disertación con el
momento de la toma de Ceuta por los portugueses y la única bombarda que D. Joao
I dejó en manos de Pedro de Meneses y su almojarife Joao Beliceiro de Andrade
en aquellos días vividos en precario por la escasa guarnición lusitana y su
escasísimo armamento pesado que acabamos de reseñar. Resaltó la permanente
amenaza bajo la que la ciudad de Ceuta ha subsistido durante seiscientos años y
el subsiguiente esfuerzo realizado por sus defensores y los gobiernos ibéricos
que los han sostenido y que se han ido sucediendo a lo largo de todo este
tiempo, para dar una respuesta adecuada al peligro continuo, aunque de
intensidad variable, y de cómo ese sacrificio siempre alcanzó el éxito. Dos
fueron los medios principales empleados para la defensa: la fortificación y la
artillería. Ambas neutralizando la doble amenaza: la del frente de tierra y la
del ataque por mar, si bien es verdad que solo en el XVIII, tras la ocupación
de Gibraltar por la flota anglo-holandesa que soportaba la candidatura del
aspirante austriaco, esta misma flota pretendió rendir la plaza ceutí mientras
seguía por tierra el asedio de Muley Ismail, rendición que no lograron ni los
unos ni los otros, como de todos es sabido, por la gallardía y el valor de los
defensores.


Terminó López-Pozas recordando el
grupo escultórico existente en el puente del Chorrillo, allí instalado como
homenaje al RAMIX-30 en su tercer centenario y, por extensión, al Arma de
Artillería que tan brillantemente ha sabido defender nuestra tierra caballa.
Tras los copiosos aplausos con
que el auditorio acogió la exposición del coronel López-Pozas, el presidente de
la Yeza le hizo entrega de unos recuerdos de la ocasión junto con la expresión
del agradecimiento de la asociación.
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