El epígrafe podría ser también el de la
conferencia impartida por José Antonio Alarcón Caballero este jueves diecisiete
de octubre en la Casa de Ceuta en Cádiz como cuarta jornada de la XIX Semana
Cultural de esta asociación, aunque el título sea en realidad "Beigbeder:
Ceuta y el Protectorado".


Militar
del Arma de Ingenieros, elegida por el tras aprobar el ingreso tanto en la
Academia de Ingenieros como en la de Artillería, diplomado de Estado Mayor,
dominaba varios idiomas tales como el francés, el inglés y el alemán, pero
además era un gran conocedor del árabe clásico y varios dialectos del mismo,
así como de la cultura y la civilización tanto árabe como marroquí. Falangista
convencido y muy apreciado tanto por Franco como por Serrano Súñer, fue
personaje clave en la génesis y el desarrollo del Alzamiento del 18 de julio de
1936 cuando, nombrado Alto Comisario y Gobernador de las Plazas de Soberanía
españolas en el norte de África controló el Protectorado asegurando su adhesión
al bando nacional y, sobre todo, gestionando brillantemente el reclutamiento de
marroquíes para luchar en la península formando parte de los regulares
indígenas que tanto peso tuvieron a lo largo de aquella sangrienta contienda
que fue la Guerra Civil. Su comprensión de la idiosincrasia marroquí, así como
de su cultura e idioma, que ya hemos avanzado antes, junto con sus dotes
diplomáticas, fueron factores determinantes de su rotundo éxito. También usó
sus contactos con altos oficiales alemanes para canalizar la ayuda del III
Reich al bando franquista. Pese a ser responsable último, dado su cargo, de la
represión llevada a cabo en Marruecos, Ceuta y Melilla durante aquellos aciagos
años, también se le conocen gestos puntuales de conmiseración que salvaron la
vida de algunos individuos adscritos al Frente Popular. Como ministro del
Exterior (1939) trató de equilibrar las relaciones españolas con los dos bandos
enfrentados en la segunda guerra mundial, consciente de los intereses
nacionales. Ello le valió su destitución. No obstante fue rehabilitado por
Franco, que lo envió a los EEUU antes de acabar la segunda guerra a difíciles misiones.
Vuelve a España en 1945, donde muere en 1957.

Al término de su intervención, Alarcón
Caballero fue muy aplaudido por los asistentes. El presidente De la Yeza
agradeció su asistencia haciéndole entrega de un recuerdo alusivo a la ocasión
y dándole a firmar en el libro de honor de la asociación.
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