
En resumidas cuentas, nos hicimos las
fotos para el recuerdo de los pocos asistentes que estuvimos y acto seguido nos
dispusimos a sacar los aperitivos y cenar al fresquito.
A su término y tras una votación ganó la
retirada, dado que el frio había hecho tiritar a más de uno o una, no sin antes
observar que éramos los únicos que estábamos en la playa de La Cortadura en una
visión lineal de dos kilómetros.
Esperemos que el próximo año tengamos
más suerte y se pueda celebrar con todo el boato que merece la ocasión, amén de
que seamos algunos más.
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