

“El presidio de
Ceuta” ha sido el título de la conferencia correspondiente a la segunda jornada
de la Semana Cultural en su decimoctava edición. El conferenciante ha sido
Gabriel Fernández Ahumada: pedagogo, especialista en Educación Patrimonial del
equipo pedagógico "Ceuta te enseña", perteneciente al IEC, miembro de
Gestores del Patrimonio Mundial. Fue presentado, como de costumbre, por el
presidente de la Yeza.
Su disertación se extendió desde el período portugués
hasta 1911.
Empezó remarcando que bajo todas las dominaciones se
han usado presos para los trabajos de fortificación, razón que explicaría la
importancia de estas edificaciones en la ciudad de Ceuta. El inmortal poeta
autor de "Os Luisiadas", desterrado a la Ceuta portuguesa, es comúnmente
conocido que pasó en la plaza varios años, participando en su defensa, durante
la que perdió el ojo derecho.
Entre los siglos XVII y XVIII una serie de Reales
Ordenes vienen a regular el funcionamiento del presidio, uno de los presidios
mayores africanos junto al de Melilla, siendo considerados como
"menores" los de Vélez de la Gomera y Alhucemas(a Ceuta iban
destinados aquellos reos cuya condena era de 8 años para arriba), así por
ejemplo, era considerado desertor aquel penado que llegase al Morro. Eran tales
individuos llamados desertores o renegados, que para ser admitidos en las
tribus vecinas de la plaza tenían que renegar de su religión y hacerse
musulmanes. Uno de los casos más conocidos, el del algecireño cuya condición
dio nombre a la conocida colina de la tortuga o del renegado, lugar donde lo
emplazaron para que vigilase los movimientos de los defensores ceutíes por
aquella zona norte fronteriza. Otro caso de renegado conocido es el de Pedro
Puyana, natural de Arcos de la Fra., que se reveló como un gran picador y
rejoneador de toros hasta el punto de que el rey al ver su actuación le
concedió el indulto a condición de que se dedicase al rejoneo a su vuelta a la
patria.
Señaló Fernández
Ahumada como el edificio del penal se ubicaba en lo que luego fue Parque de
Artillería, el cuartel de las Heras, con una diversidad de talleres de
herrería, hojalatería, zapatería, etc, etc, cuyas actividades eran tales que el
presidio era autosuficiente, necesitando solo la aportación de material en
bruto. Notable es el principio establecido en el XIX como pilar esencial
de la política penitenciaria consistente en que el penado debía ser útil a la
sociedad. Aclaró que la "cadena perpetua" es expresión que surge de
la realidad de que los condenados a dicha pena permanecían encadenados entre
tobillo y cintura de por vida. El Hacho era reservado para los presos políticos
de aquellas épocas, donde experimentaban una vigilancia especial. Los comunes,
según los casos, podían circular por la ciudad para los trabajos que así lo requirieran,
sin pasar del puente del Cristo. Llegó a haber unos 3000 presos, en una ciudad
de unos 12000, habiendo 200 presos haciendo de guardias urbanos en 1846.
Por el penal de
Ceuta pasaron una diversidad de personajes de las más variadas cataduras, desde
diputados doceañistas perseguidos por el infausto Fernando VII a
revolucionarios cubanos como José Martí o J.G. Gómez Ferrer, que se llegó a
casar con una caballa(practicando la bigamia, por estar ya casado en Cuba),
volviendo tras su liberación con su mujer y los hijos habidos a su isla
natal. Como anécdota curiosa relató que la conocida tradición de "la
mochila" proviene de que el primero de noviembre podían visitar familiares
de presos a éstos, e ir con ellos a merendar al campo u otros lugares tranquilos,
para lo que, dada la inexistencia de neveras o similares y los tiempos
requeridos para los desplazamientos, lo que llevaban a Ceuta eran frutos secos
dentro de una mochila.
Al término de su exposición, Fernández Ahumada
fue muy aplaudido por una sala llena de socios, procediendo el presidente de la
Yeza a hacerle entrega de un recuerdo de su actuación además de agradecerle la
misma una vez más.
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