domingo, 28 de octubre de 2018

EL PRESIDIO DE CEUTA



“El presidio de Ceuta” ha sido el título de la conferencia correspondiente a la segunda jornada de la Semana Cultural en su decimoctava edición. El conferenciante ha sido Gabriel Fernández Ahumada: pedagogo, especialista en Educación Patrimonial del equipo pedagógico "Ceuta te enseña", perteneciente al IEC, miembro de Gestores del Patrimonio Mundial. Fue presentado, como de costumbre, por el presidente de la Yeza.
Su disertación se extendió desde el período portugués hasta 1911.
Empezó remarcando que bajo todas las dominaciones se han usado presos para los trabajos de fortificación, razón que explicaría la importancia de estas edificaciones en la ciudad de Ceuta. El inmortal poeta autor de "Os Luisiadas", desterrado a la Ceuta portuguesa, es comúnmente conocido que pasó en la plaza varios años, participando en su defensa, durante la que perdió el ojo derecho.
Entre los siglos XVII y XVIII una serie de Reales Ordenes vienen a regular el funcionamiento del presidio, uno de los presidios mayores africanos junto al de Melilla, siendo considerados como "menores" los de Vélez de la Gomera y Alhucemas(a Ceuta iban destinados aquellos reos cuya condena era de 8 años para arriba), así por ejemplo, era considerado desertor aquel penado que llegase al Morro. Eran tales individuos llamados desertores o renegados, que para ser admitidos en las tribus vecinas de la plaza tenían que renegar de su religión y hacerse musulmanes. Uno de los casos más conocidos, el del algecireño cuya condición dio nombre a la conocida colina de la tortuga o del renegado, lugar donde lo emplazaron para que vigilase los movimientos de los defensores ceutíes por aquella zona norte fronteriza. Otro caso de renegado conocido es el de Pedro Puyana, natural de Arcos de la Fra., que se reveló como un gran picador y rejoneador de toros hasta el punto de que el rey al ver su actuación le concedió el indulto a condición de que se dedicase al rejoneo a su vuelta a la patria.
Señaló Fernández Ahumada como el edificio del penal se ubicaba en lo que luego fue Parque de Artillería, el cuartel de las Heras, con una diversidad de talleres de herrería, hojalatería, zapatería, etc, etc, cuyas actividades eran tales que el presidio era autosuficiente, necesitando solo la aportación de material en bruto.  Notable es el principio establecido en el XIX como pilar esencial de la política penitenciaria consistente en que el penado debía ser útil a la sociedad. Aclaró que la "cadena perpetua" es expresión que surge de la realidad de que los condenados a dicha pena permanecían encadenados entre tobillo y cintura de por vida. El Hacho era reservado para los presos políticos de aquellas épocas, donde experimentaban una vigilancia especial. Los comunes, según los casos, podían circular por la ciudad para los trabajos que así lo requirieran, sin pasar del puente del Cristo. Llegó a haber unos 3000 presos, en una ciudad de unos 12000, habiendo 200 presos haciendo de guardias urbanos en 1846.
Por el penal de Ceuta pasaron una diversidad de personajes de las más variadas cataduras, desde diputados doceañistas perseguidos por el infausto Fernando VII a revolucionarios cubanos como José Martí o J.G. Gómez Ferrer, que se llegó a casar con una caballa(practicando la bigamia, por estar ya casado en Cuba), volviendo  tras su liberación con su mujer y los hijos habidos a su isla natal. Como anécdota curiosa relató que la conocida tradición de "la mochila" proviene de que el primero de noviembre podían visitar familiares de presos a éstos, e ir con ellos a merendar al campo u otros lugares tranquilos, para lo que, dada la inexistencia de neveras o similares y los tiempos requeridos para los desplazamientos, lo que llevaban a Ceuta eran frutos secos dentro de una mochila.
Al término de su exposición, Fernández Ahumada fue muy aplaudido por una sala llena de socios, procediendo el presidente de la Yeza a hacerle entrega de un recuerdo de su actuación además de agradecerle la misma una vez más.

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