Este pasado viernes 26 de febrero,
tal como había sido programado y debidamente anunciado, se ha celebrado en la
sede de la Casa de Ceuta en Cádiz la conferencia pronunciada por el conocido
presbítero agustino Rvdo. P. D. Emilio Rodríguez Claudio, caballa de pura cepa
que siempre lleva por estandarte a su Virgen de África sin renunciar por ello
al carisma de su Orden y al espíritu y las enseñanzas de San Agustín.
Sobre las 19:55 horas, el
presidente De la Yeza emprendió la presentación del conferenciante leyendo un
largo currículo del mismo, pese a su relativa juventud, dada la intensa
actividad llevada a cabo en el campo religioso, que le hizo trasladarse a la
República Argentina, donde transcurrieron varios años de su vida destinado en
la prefectura de Cafayate. Es licenciado en Pedagogía, además de en Teología y,
siguiendo su vocación agustina, ha practicado la enseñanza durante muchos años.
Hoy día reparte su tiempo entre su parroquia y los cargos que ostenta en el
ámbito eclesiástico, que le obligan a soportar una muy apretada agenda.
Comenzó exponiendo que el pasado
día 15 se cumplieron los cien años de la inauguración oficial del Colegio de
San Agustín de Ceuta, si bien los primeros frailes llegaron un año antes. Trazó
una breve semblanza del espíritu de su Orden, creada aunque no fundada por el
que fue obispo de Hipona e hijo de Santa Mónica, cuya aspiración fue la de
crear comunidades de hombres dedicados a la oración y al servicio de los demás,
tanto en el terreno educativo en países de tradición católica como en el campo
de las misiones, y que hoy día se extienden por el mundo entero, incluso en
países como Argelia, donde las dos comunidades existentes están pasando por
durísimos trances debido al extremismo islámico que les rodea y oprime. Comentó
el auge de la orden en España así como el impacto sufrido a raíz de la llamada
desamortización de Mendizábal, que
prácticamente los barrió de los dominios españoles excepto Filipinas, en cuya
provincia (en términos agustinos) prestaban servicio directo al estado. A
partir de aquellas islas fueron volviéndose a extender por los territorios
españoles hasta la actualidad. La pérdida de las últimas colonias de ultramar
tras la guerra hispano-americana de 1898 obligó a la repatriación de muchos
religiosos. En Andalucía cuentan con cuatro comunidades: S. Agustín de Cádiz,
Los Olivos de Málaga, Sevilla y Huelva.
Hizo énfasis en que el Colegio de
Ceuta ha desarrollado una labor continua y callada formando a generaciones de
jóvenes de las que han salido numerosos personajes que luego han destacado en
diversos campos de actividad, tanto laicos como religiosos, en especial de la
propia Orden. Esto último considera que ha sido el mejor fruto de su esfuerzo
educativo. Estos cien años de permanencia en Ceuta han transcurridos sin
incidentes notables. Contó como anécdota el intento que hizo el ayuntamiento
republicano de los treinta para comprar el Colegio, que fracasó por el elevado
precio presentado, y la ocupación del Colegio por parte de una horda de
exaltados izquierdistas en 1936, con anterioridad al comienzo de la guerra
civil, que afortunadamente solo duró un día y que causó pocos daños. Lo más
destacable es la estrechez del vínculo
formado entre la ciudad y el Colegio junto con la Iglesia de San Francisco, que
así mismo les fue entregada en 1915 aunque en pésimas condiciones, un eje de la
actividad religioso-educativa fundamental en la historia de Ceuta de esta
pasada centuria. Una influencia recíproca reconocida por la huella que la
ciudad y sus gentes han dejado en los miembros de la Orden de San Agustín que
han pasado por Ceuta. Expresó su inquietud por el futuro inmediato de la
Iglesia de San Francisco, propiedad de la diócesis, y cuya concesión no saben
si será renovada o no, aunque espera que el cariño de la ciudad por la
comunidad agustiniana se traduzca en un clamor que decante la decisión de la
administración diocesana por la continuidad de la misma. Desde estas líneas
alzamos nuestra voz porque así sea.
Acabada su intervención, el
presidente de la Yeza agradeció la presencia de D. Emilio entre nosotros, su
desplazamiento desde Huelva en un día tormentoso como este pasado viernes y le
hizo entrega de algunos recuerdos de su actuación, entre fuertes aplausos de
los asistentes, algunos de ellos desplazados desde Huelva. Una copa de vino
español dio por terminado el acto, despidiéndose el conferenciante que
inmediatamente emprendió regreso a Huelva a pesar de lo inclemente del tiempo.