viernes, 20 de octubre de 2017

VIVIR EN CEUTA EN EL SIGLO XIV

Este ha sido el título de la conferencia pronunciada por D. Fernando Villada Paredes, arqueólogo municipal de la Ciudad Autónoma de Ceuta, en la sede de la Casa de Ceuta en Cádiz el jueves, diecinueve de octubre, intervención programada para la tercera sesión de la XVII Semana Cultural de la referida asociación.
Honró la jornada con su asistencia el Tte. Coronel de la Guardia Civil D. José Antonio Carvajal Cantarero, en representación del Coronel Jefe de la Comandancia de Cádiz, D. Alfonso Rodríguez Castillo.
Tras la presentación del conferenciante realizada por el presidente de la Yeza, aunque ya el primero nos ha ilustrado en otras ocasiones con la exposición de sus investigaciones en ese apasionante campo de la arqueología, comenzó Fernando Villada informando que en esta ocasión no iba a darnos noticia de sus últimos trabajos, como había venido realizando en anteriores ocasiones, sino que iba a "tirarse a la piscina sin mirar si había agua" cambiando el tema y el formato, ya que iba a describirnos un viaje a la Ceuta del siglo XIV de la mano de un personaje andalusí como fue Ibn al - Jatib, quien al término de su visita expuso su admiración por la ciudad, de manera muy poética, así como señalando el amor que sus habitantes sentían por ella, que " la hacían preferible incluso a la Meca o a Medina", lo que para un musulmán era prácticamente una blasfemia.
Este Ibn al - Jatib al - Samani, nacido en Loja de familia árabe fue un famosísimo personaje de Al - Andalus fue polígrafo, llegando a ser visir del reino nazarí de Granada, en una época en que Meriníes y Nazaríes se disputaban la herencia del cénit de lo que fue la España musulmana bajo el esplendor del Califato de Córdoba, ya desaparecido a esas alturas de la historia.
Según parece, viajó a Ceuta en noviembre de 1371 huyendo de Granada, donde se le tachaba de traidor, siendo recibido por el gobernador Merínida con grandes honores, tras fondear su embarcación en la ensenada norte, entrando a la ciudad por la Puerta de Santa María (nombre adoptado por los lusitanos para dicha puerta tras la conquista, por ser por la que entró nuestra Patrona), según se cree. Se hospedó en el palacio del gobernador, de un lujo sorprendente incluso para alguien como él. Admiró las ricas telas que se vendían en las abarrotadas calles de la medina, así como las vasijas, calderos, etc…, todo ello manufacturado en la ciudad. Visitó la mezquita aljama, que contaba con 22 naves, cosa muy poco corriente en la época, construida sobre una antigua iglesia cristiana, deteniéndose en su rica biblioteca (Ceuta contaba con industria papelera y se elaboraban muchos libros). Pasó por la Madrasa, algunas de cuyas piezas, tras permanecer en el Museo de Cádiz, han vuelto a la plaza. Pudo ver algunos de los 360 funduqs existentes, como Funduq al – Kebir (almacén de cereales) o Funduq Ganim (de tres pisos y veinticuatro habitaciones, para hospedaje de viajeros).
Se sorprendería nuestro refugiado-viajero con el sistema de evacuación de aguas existente en Ceuta, insólito en la época, así como la presencia de letrinas en todas las casas, otra cosa muy poco frecuente en aquel entonces. Saliendo por la puerta califal pasaría a los arrabales, donde trabajaban los curtidores y los alfareros en evitación de molestias para la población de la medina (malos olores, humos) y llegaría a Al - Mansura, ciudad Merinida que tenía de todo, incluso su propia medina, probablemente erigida para vigilar o disuadir al grueso de la población de veleidades insurreccionales, pudiendo observar las prácticas de tiro de los arqueros, de excepcional habilidad los por entonces allí existentes. Lástima que al final de su viaje en busca del sultán acabase asesinado en una cárcel de Fez aquel poeta, polígrafo, intelectual y hombre de gobierno que tanto ponderó en sus escritos la belleza e importancia de la Ceuta del siglo XIV.

Terminada su intervención, el presidente le hizo entrega de un recuerdo de su paso por la semana, acompañado por los aplausos de los asistentes. Así mismo, de la Yeza invitó al Tte. Coronel de la Guardia Civil a firmar en el libro de honor, como todos los invitados que visitan la Casa por primera vez.

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