viernes, 18 de octubre de 2019

TERCERA JORNADA. BEIGBEDER Y EL PROTECTORADO


El epígrafe podría ser también el de la conferencia impartida por José Antonio Alarcón Caballero este jueves diecisiete de octubre en la Casa de Ceuta en Cádiz como cuarta jornada de la XIX Semana Cultural de esta asociación, aunque el título sea en realidad "Beigbeder: Ceuta y el Protectorado".
            El acto comenzó como es habitual con la presentación del conferenciante por parte del presidente De la Yeza, por más que Alarcón Caballero haya participado en los ciclos de conferencias de la asociación más de una vez. Este hijo de Ceuta nació en 1959 y se licenció en la rama de Historia Contemporánea de Filosofía y Letras de la UGR. Investigador histórico, autor de numerosas publicaciones, es director del IEC y director de la Biblioteca Pública "Adolfo Suárez" de la Ciudad Autónoma.
            Existen muy pocas biografías de Juan Luis Beigbeder y Atienza, y bastante sesgadas. Probablemente sea algo conocido por el gran público debido ser un personaje central en la serie de TV "Tiempo entre Costuras" difundida hace algunos años. Este militar demostró a lo largo de su vida tener una gran valía, ser un intelectual de pies a cabeza de vastísima cultura y, aunque bien se le puede considerar como un africanista, fue también en este terreno alguien excepcional que, como tantas otra personas que sobresalen de las de su entorno, sufrió la maledicencia de muchos envidiosos que no le perdonaron su agitada vida amorosa (Rosalinda Fox fue su más célebre amante), aspecto que en aquella España gazmoña resultaba absolutamente condenable. No obstante  hay que decir que no fue especialmente discreto en esta faceta de su vida privada. Su vida no carece de algunas contradicciones en ciertas actitudes, cosa que contribuyó a su arrinconamiento pese a lo alto de su posición en el régimen del 18 de julio.
            Militar del Arma de Ingenieros, elegida por el tras aprobar el ingreso tanto en la Academia de Ingenieros como en la de Artillería, diplomado de Estado Mayor, dominaba varios idiomas tales como el francés, el inglés y el alemán, pero además era un gran conocedor del árabe clásico y varios dialectos del mismo, así como de la cultura y la civilización tanto árabe como marroquí. Falangista convencido y muy apreciado tanto por Franco como por Serrano Súñer, fue personaje clave en la génesis y el desarrollo del Alzamiento del 18 de julio de 1936 cuando, nombrado Alto Comisario y Gobernador de las Plazas de Soberanía españolas en el norte de África controló el Protectorado asegurando su adhesión al bando nacional y, sobre todo, gestionando brillantemente el reclutamiento de marroquíes para luchar en la península formando parte de los regulares indígenas que tanto peso tuvieron a lo largo de aquella sangrienta contienda que fue la Guerra Civil. Su comprensión de la idiosincrasia marroquí, así como de su cultura e idioma, que ya hemos avanzado antes, junto con sus dotes diplomáticas, fueron factores determinantes de su rotundo éxito. También usó sus contactos con altos oficiales alemanes para canalizar la ayuda del III Reich al bando franquista. Pese a ser responsable último, dado su cargo, de la represión llevada a cabo en Marruecos, Ceuta y Melilla durante aquellos aciagos años, también se le conocen gestos puntuales de conmiseración que salvaron la vida de algunos individuos adscritos al Frente Popular. Como ministro del Exterior (1939) trató de equilibrar las relaciones españolas con los dos bandos enfrentados en la segunda guerra mundial, consciente de los intereses nacionales. Ello le valió su destitución. No obstante fue rehabilitado por Franco, que lo envió a los EEUU antes de acabar la segunda guerra a difíciles misiones. Vuelve a España en 1945, donde muere en 1957.
            Durante su mandato como Alto Comisario acometió medidas de alcance que beneficiaron a Ceuta, a la que profesó gran cariño.  Gracias a su poder omnímodo en el norte de Africa, realizó obras sociales importantes como la prohibición de la usura, bastante extendida a la sazón, la creación de la Caja de Ahorros de Ceuta para cubrir la función social tan mal llevada a cabo por los usureros, instauró el impuesto del 4% que ha perdurado hasta 1991 y combatió el chabolismo.  Estableció buenas relaciones con los musulmanes, llegando a nombrar al primer concejal de esta religión de la historia de Ceuta. Implantó la sindicación forzosa y creó la Delegación de Trabajo.
Al término de su intervención, Alarcón Caballero fue muy aplaudido por los asistentes. El presidente De la Yeza agradeció su asistencia haciéndole entrega de un recuerdo alusivo a la ocasión y dándole a firmar en el libro de honor de la asociación.

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