Este martes, 20 de octubre de
2015, siguiendo con el desarrollo de la XV semana cultural de la Casa de Ceuta
en Cádiz, ha tenido lugar la conferencia que sobre el tema del encabezamiento
ha impartido D. Gonzalo López-Pozas y Díaz, coronel jefe del RACTA-4, uno de
los regimientos de artillería con más solera de España, con base en Camposoto,
San Fernando.
Como siempre, el acto comenzó con
unas palabras de bienvenida del presidente de la Yeza a los asistentes y de
agradecimiento al orador por su deferencia para con la Casa, dado el notable
esfuerzo desarrollado por el coronel para la preparación de un tema tan
complejo, siquiera sea por el amplísimo margen de tiempo abarcado, nada menos
que seis centurias, por no mencionar su apretada agenda. También como es habitual,
de la Yeza trazó una breve semblanza del conferenciante, que nació en Ceuta en
1961, donde cursó sus estudios de bachiller, ingresando en la Academia General
Militar en 1981 y alcanzando el diploma de Estado Mayor posteriormente, tanto
en España como en Italia, habiendo servido en Nápoles y en los Balcanes, además
de en otros destinos como el RAMIX-30 de la ciudad autónoma.
Respondió López-Pozas
agradeciendo a la Casa de Ceuta, de la que es socio así como de la de Sevilla,
la oportunidad de ocupar la tribuna en cuestión, cosa que realiza con
satisfacción no por ser historiador, que no lo es, sino por su doble condición
de ceutí y de artillero.
Comenzó su disertación con el
momento de la toma de Ceuta por los portugueses y la única bombarda que D. Joao
I dejó en manos de Pedro de Meneses y su almojarife Joao Beliceiro de Andrade
en aquellos días vividos en precario por la escasa guarnición lusitana y su
escasísimo armamento pesado que acabamos de reseñar. Resaltó la permanente
amenaza bajo la que la ciudad de Ceuta ha subsistido durante seiscientos años y
el subsiguiente esfuerzo realizado por sus defensores y los gobiernos ibéricos
que los han sostenido y que se han ido sucediendo a lo largo de todo este
tiempo, para dar una respuesta adecuada al peligro continuo, aunque de
intensidad variable, y de cómo ese sacrificio siempre alcanzó el éxito. Dos
fueron los medios principales empleados para la defensa: la fortificación y la
artillería. Ambas neutralizando la doble amenaza: la del frente de tierra y la
del ataque por mar, si bien es verdad que solo en el XVIII, tras la ocupación
de Gibraltar por la flota anglo-holandesa que soportaba la candidatura del
aspirante austriaco, esta misma flota pretendió rendir la plaza ceutí mientras
seguía por tierra el asedio de Muley Ismail, rendición que no lograron ni los
unos ni los otros, como de todos es sabido, por la gallardía y el valor de los
defensores.
Continuó su prolija explicación
de los cambios tecnológicos experimentados por el Arma de Artillería a lo largo
del tiempo, así como sus sucesivas reorganizaciones acordes con la consiguiente
evolución de su uso bélico, desde la primera ordenanza (siglo XVI) que limitaba
el número de piezas artilleras diferentes a un máximo de ocho tipos distintos,
del falconete al cañón, hasta nuestros días, en que la Artillería es una de las
cuatro Armas existentes en el Ejército de Tierra, junto a la Caballería, la
Infantería y los Ingenieros. Explicó López-Pozas cómo durante los siglos XVII y
XVIII, los minadores formaban cuerpo con los artilleros, hermanados en el uso
de cantidades ingentes de pólvora negra para hacer volar por los aires los
efectivos materiales y humanos del enemigo, en especial durante los treinta y
tres años del asedio del antes citado Muley Ismail, quizás el más largo de la
Historia. Comentó también la evolución de las fortificaciones, muy ligadas a la
artillería, a lo largo de todo el perímetro defensivo de Ceuta hasta que en
1883 se lleva a cabo el primer artillado integral de la plaza, como respuesta a
la amenaza del acorazado y sus grandes calibres navales, ideales para machacar
defensas incluso en nuestros días (recordemos el desempolvado del " USS
New Jersey" para la guerra del Golfo).
Terminó López-Pozas recordando el
grupo escultórico existente en el puente del Chorrillo, allí instalado como
homenaje al RAMIX-30 en su tercer centenario y, por extensión, al Arma de
Artillería que tan brillantemente ha sabido defender nuestra tierra caballa.
Tras los copiosos aplausos con
que el auditorio acogió la exposición del coronel López-Pozas, el presidente de
la Yeza le hizo entrega de unos recuerdos de la ocasión junto con la expresión
del agradecimiento de la asociación.
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